jueves, 27 de octubre de 2011

Carrascoy no....mañaaaaana








Asi de original soy para comentar la subida o más bien escalada al muro murciano del Carrascoy. Riosa tiene su Angliru, Cangas tiene sus Lagos de Covadonga, Castalla tiene su Xorret de Cati y Librilla tiene su Carrascoy. La única diferencia entre estos pueblos es que todos ellos han formado parte de la historia reciente de la Vuelta menos el último. Y creo que seguirá así durante mucho tiempo.
Y mira que soy un apasionado de la bici, de los puertos imposibles, de las jornadas de montaña eternas, de desniveles acumulados que ni el mismísimo Calleja en los Himalayas podría afrontar. Pero este lugar de España, este trocito de Murcia no puede recibir a un centenar de ciclistas, porque una vez llegado aquí solo pueden hacer una cosa, colgar la bici y buscar al Olano de turno que haya diseñado la etapa y darle para el pelo.
Vale vale, ni he subido el Angliru, ni Peña Cabarga, ni Ancares o el Zoncolan, y son sobre el papel igual o mucho más duros...pero sobre el papel...
Y lo dejo en suspense, porque recuerdo la noche anterior a afrontar esta subida, en Torrevieja, oteando la zona con ese ojo que todo lo ve, mi querido Google Earth, y por otro lado con la página de APM, altimetrias de puertos de montaña, estudiando, memorizando cada uno de los kilómetros de la subida, con sus porcentajes medios, pendientes máximas y demás... Y no corto con ello, me permito abrirme otra página más de dicha web y estudio a su vez el Collado Bermejo, primera en toda regla para subirlo después de coronar el Carrascoy...maldito Google Earth, desniveles.com y quefuertemeencuentroenelsofa.es
Amanece en Torrevieja y después de rodar el dia anterior durante 50 kms y haber subido el Veleta hace 20 días, me veo con fuerzas de escalar una montañita de 1000 metros. La etapa comienza, como siempre, en el coche, conduciendo durante hora y pico hasta llegar a Librilla. Circunvalar Murcia, mirar la guia Campsa más de una vez y preguntar a más de un paisano de la zona por la subida agota más que un kilómetro al 10%, y es justamente eso lo que me encuentro nada más comenzar... Carretera local que la paso varias veces con el coche buscando el puñetero desvío para subir al puñetero monte, y que con la bici también se me cuela...vamos un desastre de inicio...
Pues eso, que por fin cojo el desvío y es ahí cuando decido no subir después el Collado Bermejo. Menuda recta...un kilómetro al 10% entre nísperos, limoneros, naranjos y conejos que al principio huyen, pero al ver mi velocidad y mi dirección, optan por seguir a lo suyo, mirarme y de paso avisar a algun compañero roedor más, porque será el ultimo hombre que pase por ahí en unos cuantos meses...y más en bicicleta.
Este kilómetro ha sido eterno...a una media de 10 por hora o menos, he tardado pues eso, 10 minutos o más, y creedme, 10 minutos en una recta al 10% sin nada más que hacer que sudar y jadear, en plena festividad de San Juan, a orillas del Mediterráneo provocan sentimientos poco alentadores a uno mismo como por ejemplo...si te mandan no vas...con lo bien que estarías en la playa...en el chiringuito...una cañita...paseo marítimo...Pero en fin, es lo que me gusta y no pienso poner el pie a tierra...por ahora. Ya he pasado el primer kilómetro y dejando atrás el cultivo y un pequeño cortijo la carretera baja un poco su grado de inclinación, adentrándose en una zona boscosa, pinares, chaparros, monte bajo y plantas de la zona me dan algo de sombra, cobijo y despierta mi adormecida pituitaria, permitiéndome echar mano del bidón, mirar el gps, echar un vistazo a la montaña, urgar entre los pinos y matorrales y semidistinguir la carretera, pero no veo nada, solo veo una pared descarnada que cae vertical sobre el asfalto que tengo delante mía...por donde coño subiré.
Pues por ahí...así te respondes tras pasar una semicurva de herradura, llanear ligeramente, girar a la derecha y ver otra auténtica pared. Esta va a ser la tónica de la etapa...y me voy a tener que acostumbrar a ella. Cojo aire, me relajo, miro al suelo y a tirar de riñones. Segundo kilómetro al 12% de media y hay algo que no me cuadra. Porque recuerdo el perfil del puerto, y efectivamente, mostraba que todos los kilómetros no bajaban de ese desnivel pero tampoco marcaba picos superiores a este, y eso es muy raro...tan raro. El gps comienza a mostrarme dígitos que no me molan nada...12, 13, 14% y subiendo. Llego a la misma conclusión de siempre, ni te fíes de Google Earth y ni te fíes de los perfiles que cuelga la gente...vamos, que no te fíes de internet, COÑO!
Pasado este segundo kilómetro, a 400 metros de altura, afronto un tercer kilómetro algo más suave, me relajo un poco pero vamos que sigue la cosa entorno al 10%. Me recreo con el paisaje que dejo de fondo, un valle seco, árido, urbanizaciones por docquier, polígonos industriales, autovías y piscinas privadas, y al fondo otro oasis de naturaleza, testigo lejano de lo que antaño sería esta tierra, la Sierra de Espuña, a donde después querría ir pero que me sería imposible, no por falta de tiempo sino por falta de fuerzas y ganas.
Divagando y parreando llego al 4º kilómetro, el comienzo del verdadero infierno de este puerto...aquí no voy a bajar del 14% de media. Aquí no importa si tienes prisa por terminar, como si necesitas todo el día para afrontar lo que queda, aquí el tiempo se para. Sobre este asfalto resquebrajado y semiderretido solo te centras en dar una pedalada más, y una vez dada intentar dar la siguiente, intentar también no salirte de la carretera, esquivar las zanjas y socavones, que yo creo que están imantadas, ya que acabas comiéndotelos todo. Tu no eres dueño de la bici, ni la bici es tu dueña...aquí manda la carretera, manda el puerto, manda la montaña, manda la tierra...estás a su merced y lo que no entiendes es como demonios sigues subiendo sin haber puesto pie a tierra. Afrontando curvas de herradura imposibles cuesta arriba y más imposible aún cuesta abajo. Si si, ya estoy pensando en bajar esto,porque temo por mi corazán ahora...pero más voy a temer por mis dientes cuando baje esta locura.
5º kilómetro, dos curvas de herradura y entre medias una semirecta con el valle del Sangonera 500 metros más abajo. Estoy a 700 metros y pico de altura y las antenas hace un buen rato que no las veo, cuando las vea las tendré cerca ya que se encuentras a poco más de 1000 metros de altura. Esto, en un puerto normal supondría 4 o 5 kilómetros de subida, aquí son dos y gracias...
Si antes lo digo antes las veo, giro a la derecha y ahí las tengo pero delante mía veo algo que sobre ruedas jamás lo he vivido, una recta de 100 metros o algo más que ridiculiza todo lo subido hasta ahora, pero ya no solo hoy sino en toda mi vida ciclista. El asfalto ha desaparecido, lógico por otra parte, yo si pudiera también habría desaparecido pero ya que estoy tendré que terminar esto. Saco mi cámara de fotos para intentar mortalizar este momento y ya ves que si lo mortalicé...callendo de bruces contra el suelo, con cardenal, tirón y cagada en lo más alto, pero eso sí, la cámara en perfecto estado cual borracho que se cae pero su cubata sigue intacto.
6º kilómetro y el gps dice algo que no ponía en el perfil, el señor 20% ha estado ahí y va seguir durante un buen rato. Subo a pie esta recta y un poco más, porque el aliento no me da para más, porque esto es una locura, porque esto es inhumano y porque no sé como voy a contener la bici cuando baje. Vuelvo a montar cuando parece que la pendiente ha bajado un poco, sé que queda poco porque lo duro del puerto son los 6 primeros kilómetros...el resto está chupado, 2 kilómetros...como veis es una subida muy pero que muy equilibrada...pues nada, que parece que la cosa ya se ha acabado, semicurva de herradura entre dos moles de piedra, parece una meta improvisada, un final del puerto, un tómate un descanso chaval que te lo has ganado...pero no...ahi tengo otra recta que me va a retorcer el riñón izquierdo, y el derecho me lo va a espachurrar con los intestinos, otra recta que me va obligar a mirar al suelo y ver como una hormiga me hace la peineta, otra recta que me va a plantear comprar un piñón más grande cuando llegue a los madriles....otra recta que...ya?...ya está? estoy arriba o casi, si señor, con dos cojones!!! Meto plato, saco un gel para compensar la pérdida de glucosa y a su vez engañar a la cabeza y al cuerpo, cruce a la izquierda, bajadita sospechosa y....20%!!!!! que pared joder, paso de 1000 a 1050 metros de altitud en menos de 300 metros, ya si que no puedo más. El paisaje es una mierda, el ruido de los generadores de dichas antenas no me dejan relajarme, que raro porque en las fotos este sitio no sale, me asomo al otro lado de la caseta y veo otra antena más allá...más alta. Joder Felipe que más dará, has llegado aquí y punto...pues nada, que no que ya que estoy subiré al punto más alto...pues ale, baja lo subido, otro cruce que este si que es el bueno, carretera perfecta, no entiendo nada, sigo bajando, por debajo de los mil metros de altura, cago en todo, y nada a quitar corriendo el plato grande y poner la tonta porque aquí las cosas, como en la vida, te vienen de sopetón, y como tova en las orejas en pleno més de Enero, te llega una recta otra vez por encima de los dos dígitos y despues de casi un kilómetro corono esta vez si, el cerro del Carrascoy.
Aquí arriba, rodeado de antenas no tengo cobertura y no puedo llamar a nadie... Me siento, como, bebo, cojo aire, busco una sombra inexistente, algun sitio donde pasar los próximos 20 minutos y como no es así, decido descansar bajando...error. Si estas cansado, lo peor que puedes hacer es afrontar una bajada peligrosa, que se te salga ligeramente la rueda de alante, que frenes bruscamente, casi te caigas para bajar de la bici, coger la rueda, rozar ligeramente el disco del freno, te quemes y se te quede un trozo de piel pegado...
No es lo único que se me ha quedado pegado en este pedazo de tierra, en este pequeño oasis de naturaleza en mitad del desierto murciano. Un pedacito ciclista se ha quedado ahí arriba. Este puerto es como esos amores de verano, cortos, explosivos, no los vuelves a ver, te marcan y por ello sabes que se quedan con una pequeña parte de ti, y tu te quedas con una pequeña parte de el o de ellos...;)
Continué con mi bajada hasta el coche, aparcado junto al cementerio de Librilla, curioso final y simbólico lugar, miré por última vez a la sierra de Carrascoy, sabiendo perfectamente que nunca la volveré a pisar, pero también sabiendo que cada vez que pase cerca con el coche, no podré evitar mirar hacia allí y recordar lo duro que podemos hacer nuestra existencia en la tierra.
Carrascoy no...ni mañana tampoco.