domingo, 12 de septiembre de 2010

Los Lagos






Decir Lagos de Covadonga es pensar en verde, Asturias, paz, curvas y ciclismo.
Hoy ha acabado la Vuelta allí, una etapa en mi opinión desangelada porque no ha habido ningún puerto anteriormente (que ya es difícil evitarlos en una tierra como la asturiana) y por la niebla y la lluvia. Pero pensar en Asturias y sol es como pensar en PP y PSOE, difícilmente irán de la mano alguna vez.
Bueno que me distraigo. En esta tarde dominical, de sofá y reflexión es inevitable recordar como hace 3 años (solo 3 añitos), yo y mi gran amigo Santi se nos ocurrió organizar un viajecito con nuestras primeras bicis recien compradas, y que mejor sitio que sacarse el graduado bici-globero por tierras asturianas. Llegamos un lunes por la mañana a una aldea situada a las faldas de la subida a los lagos. Y no lo pudimos evitar, dejar las cosas, cambiarnos, comernos el típico plátano (de canarias eh...que nosotros somos de móstoles) y ponernos a pedalear. Éramos felices e ignorantes...será por eso que dicen que la felicidad viene de la ignorancia, no sé...
Hacía sol, una temperatura idónea de finales de abril, prados verdes, carretera estrecha, nada de coches, pasiegos y pasiegas en sus labores de campo y nosotros con un dolor de cuello tremendo por mirar contínuamente hacia arriba, hacia esas montañas que caen vertical desde el cielo hasta nuestras ruedas. Que bien.
La carretera comienza a inclinarse muy ligeramente, siguiendo el curso del río Covadonga hasta que divisamos la basílica, ahí ya notas el ambiente ciclista, el ambien épico. Primeras rampas al 8 y 9%, creo que pocas veces hasta ese momento había subido rampas de ese estilo. Porque en realidad, siendo de Móstoles y con la sierra tan cerca, era la primera vez que subíamos un puerto de verdad. Hasta el momento solo las cuestas de Navalcarnero y la calle Tulipan de Móstoles.
Fue más de una hora de esfuerzo, esfuerzo pausado por las paradas contínuas para hacer fotos, mirar la presión de las ruedas, recoger la bomba de aire que casualmente se había caido...Haber, éramos y somos globeros y en la vida habíamos estado y creo que no hemos vuelto, a estar en un sitio así.
Llegó la Huesera, el tramo más duro del puerto, complicado, difícil pero no eterno, respiras hondo, miras el asfalto, aprietas los dientes y las manos contra el manillar y lo superas, pero...Giras la cabeza a la derecha y ves un coche subiendo por una carreterilla y piensas para ti (esa será otra carretera, pero en lo mapas no aparece otra carretera por aquí), pues sí por ahí tenemos que ir y recuerdo lo que me dijo un compañero ciclista..."lo peor no es la huesera, sino el Mirador de la Reina". Y efectivamente, en dos curvas cerradas afrontas pendientes de nuevo del 15% y es ahí donde falleces literalmente. Notas como tu barra virtual de energía pasa del verde, al naranja, y del naranja al rojo...miras hacia todos lados y no ves ni un icono de fruta o pollo por los alrededores, con lo cual nos toca hacer el resto a pelo. Menos mal que quedaba poco para terminar, pero igual que nos bajó la barra de energía bajó la niebla. Niebla cerrada que nos hizo pronto olvidar el sol que hacía en Cangas de Onís. Es en sitios como este donde se aprecia la verdadera fuerza de la montaña, la diferencia entre unos pocos metros de altura.
Pedaleamos durante unos 2 o 3 kms más, no en la más cerrada oscuridad pero casi, hasta que, divisamos el lago Enol, y tras una fuerte bajada el lago Ercina. Y como si estuvíesemos en una peli de romanos y cristianos, se nos abrió, a lo Moises, ligeramente el cielo y pudimos comprobar lo que nos rodeaba. Quizás para mí, la imagen más bonita que mis ojos ciclistas han visto, los Picos de Europa totalmente nevados, reflejados en los Lagos, testigos de grandes batallas, desde Don Pelayo hasta las victorias de Perico, Tonkov o la épica subida de Felipe y Santi, a ver cual de los dos tardaba más en hacerla.
Despues bocata hechos por nuestras madres, ay nuestras madres, si por ellas fuera las empresas de barritas energéticas tendrían los días contados. Paseo por las ultimas nieves de la primavera y rotura de cadena por mi parte. Menos mal, que ahora es todo cuesta abajo. Menos mal que hay talleres en Cangas. Talleres...que viaje. Ahora que lo pienso, siempre se nos rompe algo cuando salimos de Madrid, y en Madrid nunca pasa nada...
Este deporte es grande. Grande por los que compiten contra otros, grande porque compites contra tus amigos, contra uno mismo, contra la naturaleza...y normalmente pierdes, y aun así te levantas y sigues. Es la grandeza del ciclista, un ciclista se cae y solo piensa en levantarse...así tendríamos que pensar en nuestras vidas.

Los Lagos de Covadonga, lugar donde te diplomas en ciclismo sin siquiera haberte sacado antes el graduado.