jueves, 31 de marzo de 2011

Desintoxicación





Son muchos meses aguantando días oscuros, soportando atascos, mirando al cielo y ver que hoy tampoco, pero sobretodo indignándote con un plan roto en el último momento. Debemos dar gracias por tener trabajo, pero más gracias deben dar ellos por tener trabajadores como nosotros. Que a pesar de los pesares, reduciendo nuestros salarios, consumiendo nuestra barra de energía cada mañana, ninguneándonos como si fueramos lacayos de hace muchos siglos, a pesar de todo ello, seguimos esbozando una sonrisa, dando una palmada a un compañero, alegrándonos por poder tomar una caña al salir del trabajo. Eso es algo que por mucho dinero que tengan unos pocos, eso jamás lo podrán comprar. Ni podrán ver más allá de sus coches de lujo, de sus gafas de 4 dígitos, o de sus despachos llenos de chorradas exóticas.
En cambio, nosotros (bueno, no todos) si vemos más allá de nuestros cristales llenos de mosquitos reventados, de ventanas manchadas por las últimas lluvias, o de la "boina" que rodea nuestras vidas urbanitas. Unos cuantos kilómetros más allá de todo ello, se encuentra nuestro escape. Es inevitable que cuando voy pasándome por el forro la ley de los 110km/h, apurando en las curvas y los "cedas", adelantando a lo Raikkonen a las autoescuelas, porque como siempre llego tarde a trabajar, mire al fondo y vea una sierra llena de nieve, y solo desee que llegue pronto el día en el que no me desvíe en la salida de Parque Oeste y siga recto.
Necesito...bueno necesitamos todos una desintoxicación, de trabajo, de ciudad, de horarios, de ruidos, y se lo recomendaría a más de uno.