jueves, 28 de abril de 2011

El Viaje de mi Vida. Etapa 4






Hace unos cuantos días que no escribo la crónica bicigrina, falta de tiempo, ganas o demasiados derbys. Ayer fue el enésimo, victoria azulgrana en el Bernabeu, merecida pero con muchas sombras...sobretodo en la actitud de los deportistas, continuamente en el suelo, quejándose de golpes inexistentes, teatreros, exagerados...mostrando al mundo lo contrario de los valores deportivos de fair play, superación o respeto hacia el adversario y la afición. Me venía contínuamente a la cabeza y, por descontado a la boca, las comparaciones con el ciclismo. Ya sé que soy muy pesado con esto, pero por encima de mi madridismo está mi ciclismo, y el ejemplo que dan tanto los profesionales como los globeros como yo, es que si te caes, te levantas y continuas...y creedme, una ostia en la bici no es como un plantillazo de Pepe.
Algo parecido me pasó en esta cuarta etapa y en las venideras. La noche en el albergue-colegio del horfanato no fue tan terrorífica como esperaba y dormí como un lironcito, surtió efecto el ibuprofeno y la crema reflex, dolores sí pero pocos. Un despertar natural, sin alarmas ni nada, rayos de sol filtrándose por las cortinas, los gallos y las golondrinas comunicándose entre ellos, algún tractor y yo apunto de caerme porque se me olvidó que dormía en una litera.
Me visto con la segunda equipación....ya que la primera está secándose, voy al jardin botánico trasero de la casa, cogiendo la llaves de la misma, que como se me olviden dentro si que la cago pero bien, y nada, la ropa igual de mojada que el día anterio...puñetero rocio mañanero. La engancho a uno de los multiples pulpos y cuerdas que llevo atrás. Estiramientos. Isostar en los botes de agua. Engrasar un poco la cadena. Bollo y pieza de fruta. No creo que el bar Oasis esté abierto después de que ayer le hiciera trasnochar, así que a desayunar en el siguiente pueblo, Medina de Rioseco, 11 kms por carretera mejor que por caminos, que hay hambre y los caminos no creo que anden muy bien, y más al ver los peazos de charcos que hay junto a la carretera, que creo que en más de uno había un socorrista.
Al fin una ciudad o sucedáneo de ella, Medina de Rioseco. Lugar interesante, aunque como diría mi amigo Txurren, ciudad de 1hora, es decir que en una hora las has visto y a otra cosa mariposa. Es curioso, pero desde Segovia no había pasado por una localidad con más de mil habitantes, y el cuerpo como que se me había acostumbrado a la tranquilidad y la paz campestres. Aquí el mero hecho de ver coches en doble fila, o una cuadrilla de peones abriendo las aceras me hizo sentir como Cocodrilo Dundee por las calles de Nueva York. Necesitaba un café con tostadas imperiosamente. Localizada la cafetería cuyo nombre no recuerdo pero no así el trato recibido dentro y su decoración, me introduje en la misma, no sin antes negar a un vendedor de la ONCE un cupón, pero ni corto ni perezoso le digo que me vigile la bici mientras desayuno....fue sin querer. Yo veia ladrones por todos lados, vamos que era un Paco Martinez Soria....que fácil es ruralizarse. Dentro parecía que había viajado a la españa de finales de los setenta. La cafetería no tenía paredes pintadas, estaban de madera cutre hasta arriba, sillones de sky, la barra forrada de cuero...yo de un momento a otro pensaba que entraba Jose Luis Lopez Vazquez por la puerta, piediendo desayuno para 10.
Me las piré sin decir adiós y mucho menos dejando propina...que malo maloso...y aquí me surgía una diatriba. A partir de aquí había 3 posibilidades de continuar el camino, y no era una en coche, otra en bus y otra a lo Moonwalker. Era por distintos caminos y uno de ellos era el del Canal de Castilla. Elegí este último por suerte, ignorancia o tropiezo. Fue otro momentazo del camino. Había circulado por carreteras, senderos, pistas, arenales, barrizales, entre montañas, subiendo puertos... pero me faltaba el circular por un Canal, y la verdad que es bonito, sobretodo visto desde fuera. Pedaleas a la sombra de álamos y olmos, un paraiso estrecho y largo que atraviesa durante kilometros una Castilla llena de cultivos de secano.
Tras unos breves kilómetros silvando por este camino se acaba lo bueno y aparece de nuevo la flecha amarilla indicándome que debo abandonar el Canal de Castilla. Siguiente pueblo Tamariz de Campos, que se ve en la lontananza siguiendo la línea recta del camino. Tras este pueblo semiabandonado, con numerosas ruinas reflejo de un pasado señorial, comienza mi periplo por pistas y carreteras, de contínuos subeybajas, de mirar a los lados y atrás con la duda enorme de que vas en la dirección errónea, de echar mano a mis hojas de la guia campsa, cada vez en un estado más lamentable por cierto, y de cagarme en el tío que se encargaba de pintar las flechitas amarillas...lo mismo alguna la pintó en el culo de una vaca, y claro, la vaca se mueve, y sobretodo, porque qué hay detrás de la vaca que ríe....un toro que empuja....;)
Fue por estos caminos arcillosos donde me pasó quizás la anécdota más entrañable de todo el camino. En mi pedaleo sin dirección y sin decisión, se me cruzó un pajarillo, quizás un zorzal o un tordo, había muchos como ese por allí. El bichejo en lugar de asustarse y desaparecer al acercarme yo, salía volando y se adelantaba una veintena de metros, posándose de nuevo en el camino, así sucesivamente durante un par de kilómetros, curiosamente hasta ver al fondo una localidad llamada Villalón de Campos, justo por donde tenía que pasar. Otro ni se habría dado cuenta, seguramente yo tampoco, pero en ese momento sí y lo pensé luego detenidamente mientras me comía mi bocata de fiambre de la tierra..."la de señales que nos da la vida y no nos enteramos".
Un pueblo bonito este de Villalón, con su iglesia monumenta, su pináculo, sus calles empedradas y su hombre de la garrota señalándome para donde tirar. Cuidado con esas garrotas porque las carga el diablo. Es increible pero ya estoy practicamente en la provincia de Leon, tras 4 etapas y más de 350kms. Parece que han pasado semanas desde que salí de Móstoles y la felicidad me embarga. Tengo la sensación de estar más cerca de finalizar felizmente mi viaje que de acabar antes en Móstoles.
Sahagún está cerca, el Camino Frances me espera, no hace el mal tiempo que se avecinaba, me encuentro de lujo y voy a llegar con tiempo de echarme una siesta. Mp3 a tope, James Holden llena mis tímpanos, aprieto los dientes y casi levanto los brazos al llegar a Sahagún, después de una recta eterna paralela al rio Valderaduey. Me las prometo felices.
Voy al clásico albergue que en su día fue un monasterio o algo así, pero aparece un paisano y me dice que hay un albergue mucho mejor a las afueras.Yo como me hago caso de todo el mundo me voy donde me dice, sobretodo tambíen porque me comenta que lo regenta una brasileña que está tremenda. Son 4 días en alta mar y la carne es débil.
Al ver el albergue dudo si por la noche tendrá luces de neon rosaceas intermitentes, porque madre mia que garito, que esculturas en la entrada, que colores magentosos, que gente más rara. Solo faltaba yo. El dueño me recibe como si fuera Lawrence de Arabia, faltan unas niñas virgenes tirando pétalos de flores a mi paso...me siento agasajado y querido a su vez, que raro es todo. Más aún cuando, sin saber por qué, me quejo de mi espalda. El dueño no tarda en decirme que me dan un masaje y listo, lo dice mirando a la brasileña, yo la miro, creo que me ha guiñado un ojo, estaré mareado, ella estará enferma o ciega, me miro, doy asco...me ducho, veo una camilla al salir de los baños, me dice el maromo que me tumbe bocabajo, desaparece, rezo porque aparezca ronaldinha, pero aparece Pardeza y me deja fino catalino, me sumará el servicio al coste de la estancia, cago en to...ya estoy en la ciudad y me engañan.
Paseo por el pueblo mientras me apañan la bici en una tienda. Crisis. Es una hora dando vueltas por un pueblo de visita obligada de 30 minutos. Llegó a la tienda y me comenta que la bici de lujo pero el transportin con su arandela del 15 puesta por Javier en Valsain, tiene los días contados. Está rajado de tal manera que se va a romper mañana a las 9 en punto, justo cuando salga del albergue. Soluciones:
a) Esperar a mañana por la tarde que me traen ellos un transportin
b) Comprar una mochila y llevarlo todo en la misma
c) Buscar un taller de aluminio para que me lo suelden
Opto por la c. Me voy al polígono industrial del pueblo, es decir, dos naves que curiosamente hacen lo mismo, trabajar el aluminio...pero en este caso, no el mío. Un muchacho de descendencia romana, porque vaya manos que tenía, me comenta que para aguantar hasta Leon(50kms) le compre una pasta que se vende que sirve para pegar metal, y un poco de cinta americana. Así que vuelvo al pueblo a toda leche, porque son las 19:45 y cierran a las 20:00, si no lo han hecho ya, y localizo la ferretería. La muchacha, muy amable, me explica varias veces como usar dicha pasta, y a puntito estoy de hablar en tono Forrest Gump para que me lo hiciera ella, lo de la pasta digo....;) pero no cuela. Vuelvo al albergue, anochece, hace frío, tengo hambre y me siento como que estoy incubando algo y no es nada bueno. Que puto stress. Uso el mejunje ese sabiendo desde el primer momento que no va a funcionar para nada, y más cuando pasan unos peregrinos forasteros, que dicen algo en su idioma y señalando mi causa perdida con un tonito más que dudoso.
Sea lo que sea, lo dejo estar...guardo mis cosas, arranco el facebook que lo tenía abandonado y....emoción es poco. Veo mogollon de comentarios de ánimo, apoyo, chascarrillos, joder que fuerza da eso. Y todo gracias a las crónicas Txurreniles. Mi buen amigo Luis me llamaba todos los días y yo le comentaba las jugadas, y el muy grande las escribía luego en el Face, todo ello mientras yo no me enteraba de nada y pedaleaba cantando un la la laaaaaa.
La verdad que gracias a eso y a la experiencia adquirida en estos días me preocupaba muy poco lo de la bici, si se jodia como si no, llegaría con lo puesto, con mochila, andando o haciendo el pino puente, sabía que ese viaje lo iba a terminar.
Minutos despues, cenando una hamburguesita, dicha seguridad se vino abajo. Todos los días habia tenido problemas mecánicos pero ninguno físico, prefería los físicos a los mecánicos, pero ahora que veía que por la banda izquierda aparecía la señorita flora intestinal me asusté un poquito. Mala noche? para nada, lo dicho anteriormente, la experiencia adquirida y la capacidad para no pre-ocuparse me vino muy bien para dormir en un albergue lleno de peregrinos con un monton de vivencias, aventuras, sufrimientos e historias.
Castromonte-Sahagún. 80kms. De Valladolid a Leon. Por fin el Camino Frances, este sí que me lo conozco bien. A partir de ahora a practicar mi ingles.

Por cierto, los peregrinos foráneos que me refería antes eran catalanes, y que gran falta de respeto hablar de mi, delante mía en su idioma. Así mal vamos.