viernes, 31 de diciembre de 2010

el desafio no lo buscas, te llega






Comienza de nuevo Desafío Extremo, estamos en Diciembre y vuelvo a ver como este buen hombre, Jesus Calleja, escala, bucea, desciende…en fin, un montón de cosas. Para él nada nuevo, para mí un disfrute para la vista y un afloramiento de sentimientos y emociones simplemente viendo la televisión. Este leonés tiene algo especial, porque aunque para él sean esfuerzos y retos que ya ha vivido muy de cerca, sigue emocionándose como si fuera la primera vez que escala una montaña o desciende por rápidos imposibles. Y no solo disfruta él sino que hace partícipe al invitado que le acompaña o tanta gente que está al otro lado de la pantalla. Yo soy uno de ellos…

No puedo evitar emocionarme, que se me erice el pelo, sonrojarme y disimular alguna que otra lágrima al ver al pobre incauto que le acompaña como sube una montaña de 6000 metros. Y el muy jodío luego después de emocionarse también, dice un chascarrillo y se desternillan de risa, cuando hace unos instantes se estaban planteando abandonar.

Y por qué me emociono. Simplemente porque yo, salvando las distancias, he vivido también esos micromomentos, que en el cómputo global de nuestra vida es un 0.0000001% de nuestra existencia pero que sin ellos esta vida sería plana y anodina. Por supuesto, ocupando la plaza del pobre incauto que le llevan a subir una “montañita” o hacer una “rutilla”, siguiendo la estela de mi Jesus Calleja particular, Txurren o Santi…Aunque a veces soy yo que el que hace de Jesus Calleja, eh Auñon…?

Quien me iba a decir hace solo 12 meses que ahora, en este momento estaría escribiendo estas líneas, ya no en mi casa sino en mi “otra” casa. Que estando como estaba hace menos de un año, sin ningún tipo de ilusión, siendo empujado por la vida y la sociedad, sin ningún control de la misma, y peor aún, sin intención de coger las riendas de mi destino, pasado tan solo unos meses me viera pedaleando en solitario hacia una ciudad meta del destino de muchos. Haciendo caso a mis tripas, y en una noche de copas, que se me pasara por la cabeza que tenía que hacer algo grande y reafirmarme como persona en este mundo. En pegar un golpe sobre la mesa y decir, que sí que soy uno entre mil millones pero que soy único y especial, que como yo no hay nadie, los hay mejores, peores pero nadie igual que yo.

Recuerdo perfectamente el momento en el que decidí hacer el “viaje de mi vida”, una noche de Enero tomando una copa, dándola vueltas con manos temblorosas, y sintiéndome el hielo de esa copa, movido por la mano y derritiéndose mientras el líquido al que enfría va desapareciendo. No quería ser ese hielo. Levanté mi vista y vi a mi primer compañero de andanzas ciclistas y le dije lo primero que se me pasó por la cabeza: “este año me hago el camino de Santiago solo, desde casa, y lo quiero hacer SOLO”. Había que recalcárselo porque si no se me acopla con toda su buena intención. Me dio la mano y no olvidaré sus palabras: “tronco Felipe es lo mejor que puedes hacer”.

Y no se equivocó. Pasaron los meses desde que tomé mi decisión y llegado el mes de Abril, salí de casa con la incertidumbre total del que no sabe que le surgirá pasada la primera esquina de su barrio y durante los siguientes 700kms. Se consiguió con esfuerzo, agobios, soledad, aburrimiento, incertidumbre, miedos pero también alegría, risas, emociones y sobretodo, un sentimiento de suficiencia y de logro que jamás había experimentado. El subir cada collado, colina o puerto y mirar atrás y ver todo lo andado y mirar adelante y ver el paisaje con incertidumbre y ansias de descubrir nuevos sitios y nuevas personas. Me sentía un pequeño Marco Polo, porque aunque esté todo conocido y trillado, está conocido por otros, no por nosotros mismos.

Fue el viaje de mi vida y gracias a él creo que estoy donde estoy. Porque pasados unos meses, en otra noche de copas se me pasó por la cabeza el independizarme. Y tomé esa decisión y aquí estoy , solo en un salón semivacío, en un minipiso y de alquiler. Quien me lo iba a decir hace menos de un año. Es curioso, pero las decisiones más importantes de mi vida las he hecho en una noche de copas, y quizás para muchos está mal hecho pero bajo mi punto de vista no es así. Estamos siempre cohibidos por nuestra conciencia, nuestros miedos, nuestros temores a las opiniones adversas, al que dirán, a las ataduras de padres, trabajos, amigos… Y si hubiésemos hecho la mitad de las cosas que pensábamos un poco pedillos, no nos iría mejor ni mucho menos, pero seguramente tendríamos más que contar y casi seguro que no sería malo.

Con estas palabras quiero animar a todo aquel que me lea, que serán pocos, no a beber como descosíos…que os veo venir… sino a que por muy mal que se esté, siempre se sale adelante, y que jamás te tienes que comparar con los demás, sino con uno mismo en otro momento de tu vida. Ahí es donde sacas una verdadera comparación u opinión objetiva. Que no debemos ser tan críticos con nosotros porque ya de eso se encargan los demás. Y que siempre soñemos y nos emocionemos con algo, que tengamos una meta, la que sea y que no nos frustre la misma, que ya llegará, sin olvidar disfrutar del camino hasta la misma.

Escribo estas palabras para que, más que nada, yo mismo las lea dentro de unos meses, semanas o días, y me anime. Porque todos somos fuertes pero también débiles, yo como el que más. Y cuando estemos flojillos solo debemos pensar que seguramente al día siguiente estaremos igual pero al otro seguro que no. Porque cuando uno lleva 95kms y 8 horas pedaleando por las sierras de Ronda y ve un escollo del 20% que hace que todos los corredores se bajen de la bici y tu, por tus santos memoles varoniles, aprietes los dientes y te retuerzas en la bici, simplemente por decir otras cuestas te han vencido pero esa no. Y que tras esa cuesta ves un paisaje inmenso, te paras, lo fotografías, ves meta y todos aquellos que habías adelantado en la cuesta te adelantan en ese momento. Eso es lo que nos hace especiales.

O que un mes después, con dolores todavía tras el esfuerzo de la carrera anterior, preparas una escalada a una “montañita” de 2500 metros de altura, te las prometes felices, subes por la nieve sin mirar abajo, rampas con más de 50º de inclinación, y cuando casi haces cima te tiemblan las piernas, miras por donde has venido, te sientas y le dices a tu Jesus Calleja particular: “tronko, tengo vértigo…”. Te acuclillas, abrazas tus piernas, tiemblas por el frio y los nervios, controlas un pequeño ataque de ansiedad gracias a tu compañero y a uno mismo, te armas de valor, te medio engaña el amigo y uno mismo y te lanzas ladera abajo…siendo más feliz cuando vuelves al punto de partida que cuando haces cima.

Curiosa y divertida es la vida. Pero para darnos cuenta de ello tenemos que sacar el Jesus Calleja que llevamos dentro.

Un abrazo muy fuerte desde el RuteroVerde a todos aquellos que me rodean y que, aunque no se den cuenta son unos Jesus Calleja por la cantidad de desafíos extremos que culminan cada día de sus vidas. FELIZ AÑO 2011!!!!