lunes, 24 de enero de 2011

Subida al Ocejón






Lunes, 10 de Enero. Primer día libre tras la vorágine de compras navideñas, que este año por cierto no ha sido tanta. Pero curiosamente, por no haber sido tanta ha sido más estresante que otras pasadas, curioso...
Mañana fría, por no decir madrugada por respeto a muchos trabajadores que salen a esas horas a sus respectivos trabajos. Miras el reloj y al compañero Txurren, y vuelves a mirar al reloj sin dar crédito de ello. "¿será posible que estoy viendo a Luiso a las 6 de la mañana, despierto y vestido!!!???". Llevamos mes y medio currando sin apenas descanso y para un día que podemos hacerlo no se nos ocurre otra cosa que dormir 5 horas, vestirnos de sucedaneo de goretex, echar todo tipo de comida psedusana a la mochila, una muda de calcetines modelo "porsiacaso" y tirar para pueblos que en linea recta están muy cerca de la capital, pero para qué hacer líneas rectas cuando podemos curvear.
Luego, a la vuelta y tras conocer a las gentes del lugar (1 o 2 personas), nos dimos cuenta que elegimos el camino largo...siempre pasa eso, al principio escoges o das con la forma larga de hacer las cosas, y me atrevería decir que la bonita. La segunda tiras por lo fácil...
Hablando de la primera forma de hacer las cosas, es decir la larga y complicada, y dándote cuenta de que te has perdido,eres consciente de ello, te mosqueas y dices: "...Txurren creo que era por ahí atrás...ahora damos la vuelta"...20kms después..."sabes lo que te digo Luis? que ya es mejor que sigamos por aquí". Y gracias a eso disfrutamos de la sierra indómita y casi salvaje del norte de Guadalajara. Un lugar por descubrir, y espero que no le de por ello a los 6 millones de madrileños.
Bueno que me lío como siempre. Me pongo en modo "Espronceda" y no hay quien me aguante...
La subida al Ocejón es relativamente sencilla. Pero lo necesitábamos, tras los dos últimos fiascos del Pico del Lobo y el Almanzor.
Es una montaña no muy alta, 2050 metros, pero sí muy representativa y simbólica. Es el centro que une y separa la comarca de los "pueblos negros" de Guadalajara. Los une porque es la montaña "símbolo" de la zona, montaña que se ve desde cualquier punto, casi montaña isla con un aspecto muy distinto desde donde se mire. Por un lado progresiva y de formas suaves, y por otro lado con un aspecto más agreste, alpino y casi cortante. Y los separa simplemente porque no existe carretera que la suba, sino que la rodea, convirtiéndose los trayectos para ir a los pueblos de las dos vertientes en una pequeña excursión por la alta Alcarria. Como ya supondreis, elegimos subirla por la zona progresiva, y es que ya sabeis que yo soy un amante del Progressive...
La ascensión la realizamos desde Majaelrayo, aunque también se puede hacer desde el pueblo que está en la otra vertiente, Valverde.
Encontrar el camino al Ocejón se torna difícil, ya que sale de una de las 7 calles del pueblo, pero dar con ella sin más gente a la que preguntar que a 3 perros, un gato y un gallo pues como que es complicadillo. Curiosamente nos saltó un perro ladrando y gruñendo sin parar, en un principio parecía como que nos estaba echando pero en realidad nos guió perfectamente al camino...es decir, que nos estaba echando. Y bueno, durante los primeros metros gozamos de la compañía de un gato que, o estaba en celo o falto de amigos, porque le gustaba bastante el roce. Nosotros que carecemos bastante del cariño en general no le hicimos ascos al felino y nos dio pena cuando el bichejo miró atrás y vió que se había alejado demasiado del pueblo, y regresó...como si la madre le hubiera llamado diciendo "rrrriiiiiichal que se te enfrian las salchichas!!!"
Continuamos la subida, al principio entre jaras y monte bajo, y a medida que ganabamos altura iba siendo sustituida por bosquecillos de melojos y jovenes robles. La subida se realiza a traves de una senda bien delimitada hasta que llegamos a un collado entorno a los 1800 metros, donde la vegetación es sustituida por piedras, canchales y cuchillares (ya otro día explico lo que es eso). Intentamos seguir las indicaciones pintadas en amarillo en las rocas, las cuales te obligan a pensar en quien coño se subió con un cubo y una brocha y se puso a pintar las piedras. Que si fuera un poco cabroncete, te pinta para otro sitio y lo mismo te manda a su restaurante... Como dichas indicaciones desaparecen por la nieve y la niebla que siempre nos acompaña, tiramos de tecnología y sacamos el gps. Bendito aparato que te puede llevar a meta o a la muerte más espantosa.
"Segun el gps es por aquí Felipe". Esa es una de las frases que más se utiliza con ese aparatillo, a la que le responde siempre un "seguro?". Pues bien, seguimos las indicaciones del gps y como que nos parecía raro y difícil, ya que andábamos entre piedras con forma de cuchillos, pero bueno si lo dice el gps...y como soplo de aire fresco y un arrepentimiento de última hora de algún ser supremo, se levanta por unos segundos la nube y ves que estás al filo de lo imposible y/o/u lo absurdo, subiendo por donde no debes con un barrancazo a tu derecha y observando que lo que antes creías que era cumbre, es simplemente una roquita. Por supuesto la has cagado, tienes dos opciones, volver atrás o "gatear" por la roca y desear que al otro lado esté la subida buena. Como somos hombres elegimos la segunda opción. Gateamos, rodeamos la "roquita" y ante nosotros se extiende una esplanada con tintes de valle glaciar, y al final de la misma siguiendo los cercos que dejan 3 arroyos que nacen en la cumbre pero que en ese momento son simplemente roca y nieve, vemos el final de nuestra meta. Estamos lejos y nos va a costar. Sopla el viento fuerte, cada vez hay más nieve y no tenemos muy claro de por donde tirar, hasta que vemos unas huellas. Yo, que soy muy dado por las huellas y los bichillos, medio intuyo que son de zorro. Las sigo por seguirlas y de repente 500 metros más adelante esas huellas se cruzan con las de otro zorro, pero este zorro calza un 45 de pie por lo menos. Ahora sí que es más fácil, solo hay que seguirlas y listo. Todo esto lo piensa tu cabezota porque no tiene otra cosa que hacer, pensar en eso, pensar en dar pequeñas pisadas coordinadas con los bastones y en acompasar la respiración.
Llegamos a un último collado, quizás a unos 50 metros de desnivel de la cima pero los más difíciles. Tenemos que vigilar bien donde pisamos ya que todo es roca y hielo. Y haber, si nos caemos no nos vamos a matar pero sí que nos podemos quedar un poco más tontos de lo que estamos. Esto no es "Desafío Extremo", en todo caso "Desafío Absurdo"...el humor no lo debemos perder nunca y menos en esos sitios inviables para la vida.
Hemos llegado a la cresta del Ocejón. El aire nos dá en la cara y en la espalda, a un lado y al otro vemos aire, nubes, niebla, pequeños pueblos...solo falta que pase un helicoptero en vuelo rasante y le saludemos. Hemos coronado, hemos tocado cima, nos hemos salvado nosotros y a todos nuestros compañeros. Son solo unos segundos de estancia en el punto más alto, atrás quedan 4 horas de subida, y tras de sí nos esperan otras tantas de bajada. Pero da igual. Hoy estamos por encima del resto, sobretodo de lo malo. Luis llama a su mujer, Olga lo hemos conseguido. Yo no llamo a nadie, no hace falta, miras arriba, cierras los ojos, abres los brazos y sientes que algo nuevo entra dentro de tí, energías renovadas para unos cuantos días. Ese sentimiento desaparece cuando te viene una racha de viento que te espabila y te dice que "si que muy bonito pero tira pa´bajo que te vas a constipar".
Efectivamente, abajo en el coche empezó el primer estornudo y llegando a Móstoles ya había perdido la cuenta de los mismos.
De la montaña me traje un constipado, un bajón físico enorme pero un subidón de energía verde que es mi gasolina. Y creo que la de todo el mundo.
Entre los pueblos negros vimos la luz por unos instantes.
Vuelve el RuteroVerde