Solemne, controlando todo lo que ocurre y se mueve en
kilómetros a la redonda. Un pequeño taj-majal, con sus antenas rojiblancas
sacadas de un comic de Tintin, con sus 2250 metros de altura, presidiendo el
cerro de las Guarramillas. Observadora y controladora tanto de los telesillas
de la estación de Navacerrada como de la de Valdesquí, se encuentra la
base/estación repetidora de la Bola del Mundo, un punto rojo en la noche, una
mancha bicolor en el día. Allá por el 69 TVE la instaló y la dió este nombre
que poco tendría que ver con su cometido pero que ahora le da más valor y
solera a esta joven ascensión ciclista que, a pesar de que solo se ha culminado
dos veces en el circuito profesional ya forma parte del club selecto de puertos
y altos de las carreteras europeas.
Pista de hormigón que surge girando a la derecha del puerto
de Navacerrada, apenas 3 kilómetros en los que puedes llegar a tardar más en
culminarlos que en el resto de ascensión a Navacerrada. Aquí, definitivamente,
se para el tiempo.
Pero antes de hablar de la Bola debo hablar de Navacerrada.
Porque la Bola no es Bola sin su Navacerrada
desde la vertiente de Villalba.
Desde aquí son 22 kms de subida al 6%, es decir, es un coloso alpino en toda
regla pero siempre menospreciado por el ciudadano español de a pie, que no
aprecia lo que tenemos aquí y siempre pensamos que lo de fuera es mejor, en
todos los sentidos. Yo también pensaba así…
Viviendo en Villalba un año y teniendo a la dichosa montaña
como vigía de mis entradas y salidas del trabajo no podía eludir esta cita.
Necesitaba que el tiempo mejorase, que dejase de nevar, que se limpiase la
subida a las antenas, que subiera unos cuantos grados las temperaturas, en
definitiva, que llegara la primavera. Y llegó ese momento a principios de Mayo,
tras la última gran nevada y una repentina y fuerte subida de temperatura
s,
aproveché una mañana libre y soleada y me lancé a por ella. Me sentía fuerte,
ágil en mi pedaleo, salvando los casi 1000 metros de desnivel que hay desde el
portal de mi casa al mismísimo puerto de Navacerrada. Me asustaba la cantidad
de nieve que había en el último kilómetro pero suponía que la pista a las
antenas estaría despejada, pues no… Resulta que los operarios, o suben en
coches-oruga o pasan allí todo el invierno a lo superexploradores del polo sur.
En fin, tocó bajar y esperar unas cuantas semanas. Supongo
que sería cuestión del destino, porque bajando me calló un chaparrón
inesperado…. Y eso que estaba despejada la mañana. La montaña, queridos amigos,
es así.
Pasaron dos semanas y lo vi claro. Era el día, había
entrenado bien durante los últimos días, había dormido bien la noche anterior
y, lo mejor de todo, se me ocurrió hacerlo nada más levantarme. Hoy era el día
de poner mi cuerpo al límite, de poner a prueba mis piernas, sus músculos y
tendones, los riñones, los antebrazos, mis pulmones, mi cabeza…en definitiva,
mi capacidad de sufrimiento. Hoy era el día de tocar el cielo. Y lo toqué, sin
duda.
Intentaré ser lo más fiel posible a la subida, sensaciones,
dureza, puntos a tener en cuenta, aunque todos la conoceréis o casi.
Yo, como muchos cicloturistas, dividimos las grandes subidas
por etapas, porque no todos los puertos son iguales, y este menos.
Para mí, la subida consta de tres partes.
1ª.- De Villalba al
pueblo de Navacerrada. 9 kms en los que se salva un desnivel aproximado de 300
metros, es decir que es un tramo suave al 3,3%, en el que nos encontraremos dos
kilómetros durillos al 5% pero en donde lo más duro y pestoso es soportar el
intenso tráfico y la escasez de arcén. Eterna se hace la recta que hay entre
Alpedrete y Collado Mediano, en la que hay tramos al 8%, y pesado también se
puede hacer el tramo entre Becerril y la presa de Navacerrada donde puede dar
de frente el aire. Es en este punto donde vemos lo que nos queda de subida, con
la silueta de la Bola y el serpenteo de los últimos kilómetros reflejándose en
las aguas del pantano de Navacerrada… Chic@s, si queréis parar a hacer una
fotillo al pantano, sierra y paisaje, hacedlo, cogéis aire, coméis algo y en
definitiva disfrutáis de la subida y el entorno. Porque lo que nos queda es de
órdago, y creedme, a 10km/h y bajando apetece parar pero no volver a subir, es
decir, que de aquí en adelante no habrá más paradas, porque recordad que el cuerpo
es vago y no le podemos dar tregua… Agarrad fuerte el manillar, subid piñones
que comienza el puerto de verdad, un señor 1ª categoría.
2ª.- Pueblo de Navacerrada-Puerto de Navacerrada. 9 kms al
7,3%, salvando un desnivel de 660 metros. El cambio es radical, y a partir de
la gran rotonda que encontramos en la entrada del pueblo el desnivel y el
trazado cambia radicalmente. El asfalto es más rugoso, tenemos sombra y la
carretera se transforma en un trazado caprichoso que se adapta al relieve y
movimiento de la montaña. Bordeamos el pueblo en su primer kilómetro, aun con
algo de tráfico hasta el cruce con la carretera de Cercedilla y Cerceda. Desde
aquí vienen las otras vertientes de este puerto, a
lgo más suaves pero también con
su aquel. Porque todo tiene su aquel, no lo olvidéis tampoco.
Los primeros kilómetros de este segundo tramo transcurren
entorno el 6% y el 7%, pasando de curvas cerradas a curvas abiertas, sobretodo
a partir de coronar el collado del Portazgo. A partir de aquí subiremos e
iremos ganando altura sobre el valle del Guadarrama, disfrutando a nuestra
izquierda de vistas panorámicas del valle de la Fuenfría, la sierra de
Guadarrama y el Malagón, con Abantos extendiendo sus brazos sobre la meseta
castellana, la Cruz de los Caidos cansada de ver tanto cicloturistas
enriñonados y los siete picos, punto de fuga de nuestra mirada que alterna
observar nuestras piernas sudorosas con la magnificencia de esta sierra, que a
pesar de estar tan cerca de la urbe, todavía mantiene algo de su carácter salvaje
y misterioso, o al menos eso a mi me lo parece. Y sino, perdeos por sus bosques
durante unas horas, ya veréis ya…
Hablando de bosques, al fondo veo un cartelito que pone “El
Ventorrillo” junto a una señal que indica 5kms a puerto, y este al 9%. Que guay
esto de ir indicando los kilómetros que quedan y el porcentaje de los mismos…
Aquí dice Perico que es donde el puerto es puerto, y bien, y lo de antes que???
En fin, toca subir un diente más y veo que solo me queda un piñón más. Voy con
el 26 y solo me queda el 28, estas son rampas que apenas llegan al 10% en un
asfalto más que aceptable, a la sombra, con 14 kms en el cuerpo, es decir,
fresquito… No me quiero ni imaginar como estaré dentro de 5kms y girando en
dirección a la caseta de la Cruz Roja… Lo mismo me paro allí un ratejo.
Pues bien, a partir de aquí, la cosa se pone chunga. Este es
un puerto que no me gusta en absoluto por lo siguiente, salvamos rampas duras
pero que no lo parecen tanto debido a que no hay curvas de desnivel, son todo
rectas curvilíneas o curvas rectilíneas. Apenas tienes sensación de ascender,
sino de llanear pero bueno, ahí está mi GPS Garmin que bien me va indicando que
voy superando rampas al 8% y que mi velocidad se va aproximando cada vez más a
ese mismo número. Pero cómo coño va esta gen
te a 20km/h por aquí. En fin, algún
día seré como ellos y me haré el laser en las piernas. Algún día…
No me lo puedo creer, ya veo el cartel de 1700 metros de
altura, el de Segovia a 30kms, el de la fuente de los Geólogos, me queda poco
porque ya veo los edificios de la estación de esquí que vivió sus mejores años
en los 80 y que ya
es un pueblo fantasma más que otra cosa. Pues aquí llega
otro fantasma a afrontar su último km al 10%???!!!. Curva a la izquierda,
rampón de la muerte, valle a mi izquierda, muro a mi derecha y riachuelo fruto
del deshielo corriendo ladera abajo, carretera empapada de la nieve que más
arriba me acompañará, aunque no parece mucha…
Y fin de la segunda etapa. Llevo 1 hora y 20 minutos de
ascensión y no me encuentro mal. Creo que estoy capacitado para la tercera y
última etapa. La primera vez que la afrontaré con esta bici, toda una incógnita
sin mi añorado molinillo de la btt, su suspensión, sus ruedas ideales para el
cemento y las piedras sueltas. Bien, allá vamos, quién dijo miedo!!!!
3ª.- Puerto de Navacerrada- Bola del Mundo. 3kms en los que
salvaremos casi 400 metros en 3.4kms, es decir, un 11,7% de media, casi nada. Y
todo esto en una pista de hormigón, bacheada, con curvas de herradura bañadas
en tierra y piedra suelta. Vamos, todo comodidades para el cicloturista. Pero
oye, si te mandan no vas, así que si has venido es
porque quieres, porque hay
una parte de ti masoquista y la vez épica y gloriosa. Porque buscas la
satisfacción en sentirte dominador de kms y kms a la redonda, porque esto no
está al alcance de muchos y porque, reconociéndolo en la intimidad, cerramos
los ojos y nos imaginamos en ese final de etapa del 2010 o del 2012, con la
pista atestada de gente, animando y vitoreando desde el primero al último, de
el nacional al extranjero. Simplemente pensando en toda esa gente que subió
para verlos unos instantes te anima a ti mismo, no sé por qué pero te vienes
arriba. Gente, todo animo es poco en estos momentos.
En estos momentos en los que giras a la derecha nada más
coronar, te adentras en el parking de la estación, buscas el indicativo de la
Cruz Roja, ahí la ves, notas un pequeño bache y, TACHAN, estamos en la pista,
la pista buena, la pista que te lleva al coloso español, la segunda subida asfaltada
más alta de la península. Curvita a la izquierda bordeando la caseta de la cruz
roja y ahí la tienes, mamma mia, una recta de 500 metros paralela al telesilla,
que gana la misma altura que el dichoso y antiestético artilugio, he cambiado
los pinos por estos árboles metálicos… me gustan más los de abajo. Pero bueno,
hay que ser positivo, gran parte de este primer kilómetro lo voy a salvar en
esta recta, así
que mente fría, apretar los dientes, echar el cuerpo sobre el
manillar y bailar reguetton sobre la bici.
“Animo Purito” leo en la carretera. Ellos ni lo verían y yo
casi puedo hacer una análisis grafológico del que hizo la pintada. 19% me
indica el GPS, y bueno, no va mal la cosa, curva herradura a la izquierda donde
tomo un respiro, ya que en estos metros la carretera parece hasta llana. Salgo
de la curva y vuelve otra pared superior al 18% hasta llegar a otra curva de
herradura, esta a derechas, pero aquí la cosa no tiene nada que ver con la
anterior y deberéis tomarla por la parte de afuera, ya que puedes pasar de un
desnivel del 12% al 20% según por donde tomes las curvas. Así que amigos,
recordad esta frase que se puede aplicar a todo en la vida, y por supuesto,
aquí también, mejor fuera que dentro. Comienza la nieve en la cuneta, pequeñas
manchas preludio de lo que me encontraré luego…
Pasado este mal trago, hemos pasado el primer kilómetro del
infierno madrileño, y sin avisar nos encontramos con un pequeño “descansillo”,
la pendiente baja de los dos dígitos y esto me mosquea, porque
si baja de los
dos dígitos y este kilómetro es aun más duro que el anterior significa que lo
que me queda es una pared, un tabique, un muro, un
“quien-me-mandaria-comprarme-una-bici”.
Curva de vaguada a la izquierda y ahí aparecen las antenas
que durante kilómetros y kilómetros habían desaparecido tras bosques, lomas y
rocaje vivo. Ahí están sus antenas diciéndome “no tienes lo que tienes que
tener para llegar aquí”, y no, hoy no me he traído, piolets y cuerdas, porque
madre mía, que pared de nieve. Así, de la nada, surge a mi izquierda un muro
blanco de más de 3 metros de altura. Silencio helado solo interrumpido por el
goteo del agua y la caída de pequeñas partículas blancas al suelo empedrado, yo
la imito y dejor caer gotas de sudor que tras dibujar todos los relieves de mi
cara caen en mis muslos ardientes de esfuerzo y atiborrados de ácido láctico.
Bien, es el momento de jadear en voz baja, evitar toses y estornudos y, por
supuesto, evitar dicha pared helada e ir bien pegadito a la cuneta, al
barranco, que a estas velocidades terminales, hasta el culo de una hormiga me
puede hacer visitar la Barranca y la Pedriza.
Y es aquí donde llega el momento más duro de toda la subida,
donde afrontamos 3 curvas de herradura imposibles con picos al 21%, un
auténtico sacacorchos en el que cada pedalada parece imposible, en donde t
e da
igual afrontar la subida por fuera o por dentro. Es aquí donde todo se para,
desaparecen los problemas de la humanidad y de tu vida en particular. Solo te
preocupas de dar la siguiente pedalada, de mantener la bici en movimiento, de
superar los 4 km/h, de culebrear esquivando guijarros y grietas que pueden
hacerte parar completo y llevarte de bruces al suelo. Te pones de pie, no vale
para nada, la rueda trasera patina, te sientas y la rueda delantera se levanta, pero en qué coño quedamos, me siento o me levanto. Alguien gritaría…”date la vuelta y tira pa casa”, sería lo sensato, evitaría un ataque al corazón, unos calambres seguros en los cuádriceps, e incluso un mareo más que merecido. Pero no, sé que detrás de esta última curva a la izquierda me viene otro llano junto a la caseta-bar del telesilla, giro a la derecha, saludo a unos militares que estarán controlando la entrada de segovianos en la comunidad en Madrid, y por fin el último kilómetro. Igual de duro que el anterior, pero sin curvas, solo rectas con auténticos cambios de rasante, pasando de subidas al 8% a subidas al 19%, con dos cojones. Y aquí flanqueado con paredes de nieve a ambos lados, disfruto de esta auténtica maravilla y me autotraslado a esas imágenes del Giro de Italia, donde los ciclistas atraviesan muros blancos allá por los Dolomitas. Un infierno helado, bajo un sol congelado y en un cuerpo achicharrado por dentro, no sé que quitarme ya que, que cremallera desabrocharme, estaré por debajo de los 10º y me encantaría estar a pecho descubierto. Pero qué machote soy joder.
Ya me he venido arriba. En esta última en la que ya se
aprecia el rampón final a la estación, Valverde mantuvo a ralla a Purito, Menchov
celebraba su victoria, Contador tenía controlado a Purito y Valverde, Ezequiel
sacó toda su casta para ganar la etapa, Nibali casi con una lágrima en el ojo izquierdo, el
ojo que todo lo ve y lo desgrana, porque joder, tiene mérito subir esta mole
sin poner pie a tierra, porque son dos horas de sufrimiento, de estar
continuamente por encima de tu umbral de esfuerzo, porque sacas horas de donde
no las hay para practicar tu deporte, tu pasión, en definitiva, tu vida. Porque
hoy he tocado el cielo, y cada vez que lo toco me siento más con los pies en la
tierra.
levantó el pie en señal de
respeto al gallego, o no… y yo tengo que parar bruscamente porque hasta aquí
llegó la máquina quitanieves, como es posible??? Me decepciono por unos
segundos, solo por unos segundos, me he quedado a 200 metros de la gloria, pero
da igual, hasta aquí he llegado y aquí estoy,
Es maravilloso tener pasión por algo, aunque esa pasión se
convierta casi en obsesión.
Amiguetes, os recomiendo encarecidamente que hagáis esta
subida, siempre y cuando tengáis una preparación tanto física como psíquica. Si
no podéis afrontarla en bici hacedla andando, es igual de dura e igual de
rápida y veréis lo que sufren profesiones y semiprofesionales. Y a esta subida,
añadidle 160kms más en ese día con 3 o 4 puertos. Y a esos 160kms, añadidle
3000kms hechos en las anteriores 3 semanas. Después de eso juzgad su integridad
y valía como deportistas, y olvidad temas de dopajes y trampas. Este es un deporte
duro en sí mismo, no lo hagamos aún más duro.
Va por ti…
Y bueno, toca bajar y hacer las fotos. Haber si os creéis
que las fotos han sido hechas cuesta arriba….no no no, como he dicho
anteriormente, el cuerpo es vago por naturaleza, y si te paras no vuelves a
subir, y más con esas rampas.
2 horas para subir, 15 minutos para bajar… una horita para
comer para recobrar fuerzas y afrontar 8 horas de trabajo vespertino. Así es la
vida del cicloturista, un contínuo sube y baja.
Un saludo, y siempre arriba!!!